3.3. Versión cristiana del humanismo pedagógico: Erasmo y Lutero
La inquietud religiosa del renacimiento tenía mucho de positivo. Si desembocó en la reforma luterana, poesía, sin embargo, gérmenes capaces para haber hecho alborear un mundo transformado en la luz de Cristo. Uno de los hombres más exigentes en reclamar reformas para el logro del esplendido humano-cristiano fue Erasmo. Él supo decantar lo propiamente cristiano, aunque no con la precisión y profundidad de un teólogo. El modelo de perfección humana propuesto por el humanista Erasmo, lo encontramos en su pequeño tratado titulado: el arma del soldado cristiano escrito a petición de la mujer de Battus, guerrero violento y disoluto convertido por Erasmo. Se trata de un manual para ayudar a un guerrero ignorante a adquirir el espíritu digno de Cristo. Se recomienda al guerrero que esté siempre vigilante a las acechanzas del enemigo, y el enumera las armas que debe adquirir para enrolarse en la milicia de Cristo. La primera arma y comienzo de la verdadera sabiduría es el conocimiento propio.
Erasmo toma ocasión de este libro para comentar lo que de defectuoso observaba en las prácticas religiosas de su tiempo. Expone también su programa de pedagogía espiritual. Fundamentar la vida cristiana en una vuelta a las fuentes, lo emplea para estimular el contacto con la sagrada escritura. Vuelta a la escritura, vuelta a los Evangelios será el lema erasmista. Pugna también la lectura de los grandes padres de la iglesia: San Jerónimo, San Ambrosio, San Agustín. Erasmo, el hombre cosmopolita, que dio al Humanismo su denominador común y su valor Universal y permanente, pone un concepto de humanistas basado en el conocimiento del Evangelio, de los padres de la iglesia, pero también en el estudio de las letras clásicas


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